AAVV SAN JULIAN

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sábado, 10 de noviembre de 2012

SALVEMOS EL OLIVAR SERRANO.



  Es una realidad  que los marmolejeños/as empiezan a labrarse un futuro de progreso en algunos de los sectores productivos de nuestra localidad, pero hay un sector, quizás el más importante, que aún tiene muchos deberes pendientes por realizar; me refiero al sector agrícola, aún anquilosado en el individualismo y la desunión  a pesar de los intentos positivos que, me consta, se empiezan a promover desde el ayuntamiento y entidades agrarias en pro de la unidad y el cooperativismo.
  Pero aún por encima de esto hay un tema mucho más grave que es necesario que abordemos con inmediatez para que se  vaya creando la consciencia necesaria, sobre todo en  los agricultores olivareros. Me refiero al grave problema de la erosión de nuestros olivares, y por tanto al empobrecimiento de nuestros suelos.  No es un tema baladí, creedme.
  Lamentablemente el uso indiscriminado de los herbicidas, asociado al abuso del rodaje de maquinaria pesada, han convertido el  suelo de nuestros olivares, y sobre todo el del sector de la sierra, en un duro terruño cada vez más erosionado y empobrecido, que escupe violentamente toda el agua que recibe del cielo, al carecer de cobertura vegetal  y de posibilidad  de regeneración orgánica  ni  a medio,  ni a largo plazo. No tenemos más  que darnos una vuelta por los olivares serranos (pagos de Aguilera, Ebreros, Cerro Parejo, Frailes, Loma de Candelas, Ecijano, Lotoro,  Pino Mazuelos, Herradura, etc,)  en un día lluvioso de otoño, para comprobar  el daño que se ha hecho y observar cómo nuestros campos, faltos de la más mínima brizna de hierba, ya no son capaces de retener el agua necesaria para cuando los olivos la necesiten en los meses de verano.
   Además cada vez son mayores los canjorros y las transformaciones sufridas en el sistema de drenaje hídrico   generándose auténticos  problemas   para  el tránsito de la maquinaria, e incluso de las personas, durante las labores de recolección y del sulfatado de los olivos. Es una pena que la labor realizada con mimo y tesón por nuestros antepasados, construyendo  albarrás y maravillosos  bancales, envidia de los mejores ingenieros, para la retención del líquido elemento y del suelo fértil, haya sido destruida en unos pocos años por la ineptitud y el ansia de beneficio del mal llamado agricultor carente de noción alguna de las leyes básicas de la naturaleza, leyes que, sin embargo, nuestros antepasados conocieron y respetaron.
   En medio de la catástrofe y de la tragedia que los malos hábitos de laboreo han ocasionado por un mal concepto de las prácticas agrarias, me consta que existe una salida esperanzadora que  ya han empezado a practicar algunos agricultores marmolejeños, valientes y dispuestos, a no dejarse llevar ni por el que dirán, ni por los vicios erróneos de  una mayoría movida tradicionalmente, desde hace 30 años para acá, por una corriente de la sinrazón que tanto daño viene ocasionando a nuestra agricultura.  Se trata de algo tan sencillo como permitir que nazcan las antiguas praderas en medio de nuestros olivares, dejando de tirar los herbicidas en el otoño  para luego hacerlo en la primavera. Están consiguiendo  con ello evitar la erosión del suelo y que la tierra al estar más espongeada, absorba mayor  cantidad  de agua tan necesaria para los meses del verano. Y no sólo eso sino que, además, los suelos se enriquecerán y mejorarán en microelementos   para el  perfecto equilibrio orgánico de las plantaciones.
   Está claro que ya no podemos volver a recurrir al arado de mulos, único que permitía una labor superficial en sentido contrario a las pendientes, capaz de sujetar la fuerza de las aguas, y sobre la que luego crecía la pradera, pero sí que podemos recurrir a esa benefactora pradera en medio de las camadas y a la conservación de los viejos lindazos y bancales.  Porque  ¿de qué nos servirá abonar nuestros olivos si ese abono se lo llevará el agua y ni siquiera será capaz de penetrar en el subsuelo por la dureza de la corteza que pisamos, en donde ya no seremos capaces  ni de hincar un clavo?  
   Desde este estupendo e interesante blog  hago un llamamiento a todos los agricultores de bien  que de verdad se sientan enamorados de su trabajo y de su actividad: ¡Por favor!,  cuidad lo más preciado que tenéis que es el suelo sobre el que viven y se alimentan vuestros olivos. No dejéis que la sierra olivarera se convierta en un desierto sin vida vegetal alguna, pues si  hoy ya no es capaz ni de crecer la hierba, mañana posiblemente  ni siquiera los olivos puedan  ser lo suficientemente productivos que deseamos, hecho lamentable que ya está ocurriendo.
Un saludo,     M. Robles Hens

    

2 comentarios:

Mariano dijo...

Llevo más de 40 años fuera del pueblo y en una de las útimas visitas a un antiguo olivar de mis padres ya comenté este mismo peligro, que muy bién explicas en tu articulo. Yo le comentaba a mi acompañante, en plan irónico, "que solo faltaba embaldozar el suelo de los olivos". Tienes toda la razón, pero es que además en las lindes habia piedras, arrayanes, musgos, lagartijas, pajarillos...¡¡habia vida !!. Seguro que tanta ambición matará nuestro más preciado bién...y entonces si que habremos ahorrado: TODOS los jornales. La naturaleza da todo, pero el hombre no puede olvidar sus leyes, nuestros padres con menos medios bién que lo sabian. Mariano.

Anónimo dijo...

Magnífico artículo, espero que tomen buena nota los agricultores olivareros.